jueves, 15 de octubre de 2015

EN LA CARRETERA


Recuerdo mi primera vez, reconozco que estaba nervioso, no sabía con qué me iba a encontrar, todo era novedad para mí, sitios en los que nunca había estado; me pidieron que les acompañase,  total iba a ser muy poco tiempo e íbamos con gente de confianza, me dijeron.

Una noche de verano nos pusimos en la carretera  y comenzó la  aventura y aunque el comienzo no fue muy bueno (me dejé la maleta en casa), mi primer viaje con Queixumes me  enseñó muchas cosas de los chavales, de la gente  que nos acompañaba y en especial de los chóferes.

Viene a cuento esto porque el día de la inauguración del curso 2015/2016 en Queixumes, aparte de estar allí las autoridades pertinentes  (me falló una que parece que  no quiere ser perfecto, y esto lo explicaré cuando vaya como institución) estaban los  alumnos, los papás, los abuelos, los  amigos y… Alfredo.

Después de  mantener estoicamente el tipo oyendo, más que escuchando, los himnos . ¡¡¡ Este año tres!!!.  En un momento de los agradecimientos, el director de la agrupación,  dio las gracias a las empresas e instituciones que colaboran con el grupo   y casi con voz entrecortada por la emoción se refirió a tres  nombres: Alfer, Belarmino y Alfredo.

Y dijo algo que en alguna ocasión  ya me comentara personalmente: “que por falta de cuartos no se queden los chicos sin viajar”.  Esas eran las condiciones que el gerente de Autobuses Alfer  nos ponía a la hora de contratar un viaje para ir  a los festivales que Queixumes hace por Europa, esa persona no era otra que don Belarmino, gerente de Autocares Alfer. Le hicieron la entrega de un pequeño obsequio y  aunque la emoción  de las  personas  sencillas  no le dejó hablar, su cara nos decía que lo estaba agradeciendo y cogiendo  con sus  manos  el  volante de la gratitud  condujo un abrazo  de agradecimiento.


Llevábamos unos días preparando  la  sorpresa y el gancho para traer a don Belarmino a la inauguración era Alfredo. Lo que no sabía Alfredo era que a él también le íbamos a dar las gracias por tantos y tantos kilómetros  hechos juntos y ser nuestro ángel de la guarda en la carretera.


Alfredo, Alfredo!!! Gritaron los chavales cuando salió al escenario.  Como las buenas personas que saben agradecer, su sonrisa delataba su emoción. Y al igual que cuando cargamos el autobús está rodeado de maletas y equipaje diverso,   todos los alumnos que allí estaban lo rodearon con su  amistad y camaradería.


Todos los presentes aplaudieron fuertemente a dos magníficos colaboradores de Queixumes.

Alfredo, cuántas marchas tiene el autobús? Le pregunté un día.

Marchas solo dos, hacía adelante y marcha atrás; velocidades los hay que tienen hasta dieciséis.

Así es nuestro chófer, nuestro compañero, nuestro  fotógrafo, nuestro taxista…nuestro amigo.
Gracias a todos los conductores de Alfer  que a lo largo de todos estos años  nos habéis llevado por lugares tan distintos y tan lejanos.

Gracias  a don Belarmino por la ayuda tan desinteresada que nos  sigue prestando todavía.

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