lunes, 10 de diciembre de 2012

ESE EME ESE




Yo ya sabía que esto de la cena iba a ser así. No va a faltar ni uno y no falto ni una. Para el año que viene la camiseta amarilla en la presentación del curso va a tener que ser mas grande, bueno también se pueden hacer dos camisetas…y también dos cenas.
Pero vamos con la cena. Yo recuerdo también las de mi juventud. Nos juntábamos los amigos porque las amigas estaban escasas, solo teníamos de fin de semana y eso el que las tenía que otros nos hartábamos de buscar y nunca pescábamos nada. ¡¡¡ Cuántas cenas celebrábamos ¡¡¡ (sin amigas y no por ser machistas que conste) casi todos los años una; la última cena la llamábamos, supongo que porque siempre caía el 31 de diciembre.
Eso sí lo pasábamos “pipa”. Lo que mejor funcionaba era la logística: lo nuestro era cena porque lo que queríamos era cenar no comer, aunque siempre estaba el gracioso de turno que desde el punto de la mañana no paraba con la guasá ahora la llamáis WhatsApp , creo: “que ganas tengo de comer cena”.
La infraestructura no puedo dejar de comentarla. No teníamos internet , pero no nos hacía falta. La gente que era más grande que nosotros, bueno era más grande y más mayor, era mejor que el google (gugle para los no puestos), eso sí era navegar en una nube: Ibas a la barra de navegación, sí, sí, una barra con reconocimiento de voz incorporado por mucho ruido de fondo que hubiera: Llegabas a la barra del bar preguntabas,… pues por la parrilla para hacer el churrasco, por ejemplo. ¡¡¡Una maravilla¡¡: hasta los que estaban de espaldas a la barra soltaban “ya está el hijo de fulano preparando una cena”. Te reconocían hasta sin verte y hasta sabían lo que ibas a hacer. Y sin usar ninguna contraseña ni login ni “pásguor”, además si nadie sabía lo que era eso para qué lo queríamos?

Y lo bueno no era que te dieran una lista de todos los del pueblo que las podían tener.¡¡ Qué va ¡¡. Te aparecían en casa cuatro o cinco parrillas. Eso era servicio a domicilio y ¡¡sin haber hecho gasto ninguno¡¡. Eso era tener cobertura de media docena de rayas o más y una velocidad de descarga que… me río de las compras por “internete” de ahora.
Dentro de esta logística también entraba el conseguir lo que íbamos a comer, perdón, a cenar.
En este campo teníamos suerte, nuestro operador siempre nos facturaba la mejor oferta y nunca nos exigió permanencia,…de algo tenía que valer que el hijo de la carnicera estuviera en la cuadrilla, ¿no?
Y aunque cueste creerlo también, en aquellos tiempos en los que no había teléfonos móviles ya teníamos mensajes de voz, SMS y buzón de llamada ¡¡¡¡gratis¡¡¡¡.

En realidad estos acontecimientos se preparaban así. Mensaje de voz cuando estabas con alguno de los amigos, por ejemplo: “cuando veas a los de la panda les dices que este año como el año pasado, yo también lo diré a los que vea”. El SMS de ahora, entonces era una nota escrita a mano que podía ser así: “nos preparas dos kilos de chuletillas y otros dos de churrasco para el sábado”, ibas a dárselo a la carnicera y listo. 
El buzón de llamada saltaba en los casos en los que la carnicería estaba apagada (cerrada) o fuera de cobertura (llena de gente que impedía entregas de mensajes) entonces el SMS se guardaba en el buzón del bolsillo del pantalón hasta que el tráfico de la carniceria permitiese su entrega. Saber si se había recibido era muy fácil, podías recibir en tu escritorio (el bar donde tomábamos café) un mensaje de voz a través del servicio de voz del dueño del bar: “oye que me ha dicho la carnicera que ya tiene todo preparado”. Y un SMS donde estaba lo que había que pagarle.
Alguna diferencia sí había, sobre todo en las fotos, nosotros solo trabajábamos analógico y en blanco y negro la mayor parte del tiempo, hasta que alguien un día nos trajo un carrete de color que fue todo un acontecimiento. Tampoco teníamos skipe, pero nos contentábamos con las copias de las fotos que cuando las veías tú solo es como si lo tuvieras.
En fin, chicos y chicas  de Queixumes sé que la cena del sábado estuvo entretenida y lo pasasteis bien. Espero que la disfrutaseis tanto o más que yo cuando tenía una con mis amigos.
Espero también que los de Ardelle, Sons y mis admirados Chispiños, (que alguno ví) se lo pasasen genial. Un saludo para tod@s vosotr@s.
Las fotos son de las reporteras de Queixumes: Andrea y Nuria. Brixit me comentó que se encargó de su publicación y yo me aprovecho del trabajo de las tres y me apropio de alguna. Gracias.  
  


lunes, 3 de diciembre de 2012

AMIGO

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   Podía contar un montón de historias y  de anécdotas desde que comenzó mi relación con el Baile Regional Galego: desde aquel día que mi hija llegó a casa con el listado de las actividades extraescolares del colegio diciendo “yo quiero ir a baile”. Cuando los hijos no tienen mucho más allá de cinco o seis años sus deseos son órdenes y en ningún momento puse en duda su asistencia a la actividad. Acabaron yendo ella y su hermano.

   El monitor era un chaval que no llegaba a los treinta y que alguna vez dijo que  tenía un grupo de baile, siempre con una cartera de ordenador portátil colgada del hombro o en bandolera y muchas veces con una sudadera o camiseta amarilla. Algo tenía  o hacía, mis hijos salían contentos  de la actividad de baile.

Con el tiempo pasamos a formar parte de ese grupo de baile y mi relación con él sufrió un cambio: era el director de Queixumes  dos Pinos. Ya  no lo veía como el monitor de la actividad de baile. Estaba ocupado, siempre ocupado: atendiendo a padres,  recibiendo a gente, reuniones en su despacho, llamadas  telefónicas, ensayos, clases…. Era una persona comprometida con lo que hacía y de qué manera.

   No sé si contaré alguna más, pero tengo en mi memoria una imagen que la entendí años más tarde: una tarde de invierno, entre dos luces, todavía era pronto para el ensayo, yo llegué al local, parecía que no había nadie pero  una música se oía proveniente de la sala de baile de ensayos, entré para  ver qué era. La última luz de la tarde de invierno se hacía hueco en la oscura sala que estaba en penumbra, casi en el centro estaba el director sentado en una silla y tocando una gaita eléctrica, de verdad que me impresionó. Con el transcurso del tiempo comprendí y llegué a entender aquel instante: el monitor, el director, estaba estudiando algo nuevo  para sus espectáculos. Es una constante en su vida. Tiene que experimentar, buscar cosas nuevas, inventar,  en definitiva redescubrir  todo.
  
Sin darme cuenta fui implicándome cada vez más con Queixumes a la vez que mi relación con el director fue evolucionando, lo que me permitió conocer a la persona. Incansable aunque lleve más tiempo que nadie sin dormir; luchador, en pocas ocasiones se da por vencido; trabajador, emprendedor, siempre  tiene algún proyecto, alguna una nueva idea, algo original  en la cabeza; a veces le pierde su ingenuidad y su franqueza.

   De otra forma no podía acabar  esto: un día me pidió que "le echara una mano" y así comenzaron horas de preocupación compartida y horas de satisfacción por lo que se había conseguido. Esperas interminables de compromisos prometidos, y rabia contenida por la sensación de abandono que nos invadía la dejadez de unos y la desidia de todos. Tiempos  de búsqueda para no encontrar nada, pero qué satisfacciones cuando se hallaba, proyectos,  instancias,  peticiones,  solicitudes... noches hasta las tantas para vencer a un internet que no nos reconocía, alegrías, alguna pérdida de las que no se olvidan ni las lágrimas borran. Me he emocionado,  he reído con él, discutido y en una ocasión hasta lloré de rabia por un fatal error en un espectáculo.  Solo quien tenga amigos sabe de lo que estoy escribiendo.  Y eso  es lo que es ahora aquel monitor de camiseta amarilla: mi amigo.
Enhorabuena, José Antonio. Enhorabuena Amigo. 


Por cierto si pierdo mi móvil sabrán que es el mío porque sigo manteniendo en la agenda  su teléfono como Profe de baile.