domingo, 8 de mayo de 2016

PANO BRANCO

Es  posible que “la Carolina”  fuese la Celestina que unió sus vidas en una verbena de verano cuando se celebran las fiestas,  quizá cantasen juntos alguna cantiga al son del ruido de “sacho” o mugidos de vacas, a lo mejor en algún “fiadeiro” se cruzaron sus miradas esquivando los radios de las ruecas mientras cantaban, tal vez “na  seitura”  fue cuando más cerca el uno del otro estuvieron  y no necesitaron de la música: sus corazones les entregaban la más deseada.

El botón de la chaqueta no quiere ponerse en  el ojal  y se rebela  contra  dedos  deformados y temblorosos que apenas los pueden asir, se les ha olvidado obedecer,  han perdido la soltura de cuando a sus hijos atendían o de cuando trabajaban o  de cuando acariciaban.

Unos cuantos han podido rememorar  aquellos años  y se han puesto a bailar ayudados  y animados por las cuidadoras con el  acompañamiento de risas y palmas de los que su movilidad no les acompaña. Hemos montado la verbena en la sala de la televisión y le hemos ganado hemos conseguido  apartar sus ojos de ella para que los fijasen en los músicos y en las “cantareiras” y en los que han participado del baile en el escenario improvisado en el centro del salón de lo que ahora es su casa.
Pelea encarnizada de  dedos y botones  y el “pano branco” que la anciana mano ha sacado del bolsillo, lo ha pasado por los ojos como  queriendo borrar algo o limpiarlos de emociones y ausencias y   deslizándose  por entre los dedos no ha podido volver a su sitio, no ha encontrado el camino. El ojal vacío  y las manos llenas de un “pano branco”  lleno de vacíos.

Las “cantareiras”  les han regalado unas canciones que  seguro las tienen en el jardín de sus recuerdos  y entre palmadas y sonrisas se podía leer en sus labios las letras que tantas veces habrán cantado al ritmo “do mallo batendo no chan da eira  chea de pan”. Una enorme satisfacción ver esas caras reír furtivamente  intentando esconderse en la timidez y el recato con estrofas como está:


Ai Maruxiña non é nada malo
Darlle un biquiño a un namorado
A un namorado, a un namorado
Ai Maruxiña non é nada malo.

Han dejado los dedos de luchar contra el “pano branco” y la “muiñeira” ha inundado la sala de sensaciones vividas que se han agolpado en su memoria de repente y su  mirada perdida desafiando al infinito se ha transformado en una sonrisa llena de luz que ha iluminado  su rostro repleto de huellas  del paso del tiempo.

Los dedos del gaitero sacando melodías de la gaita mientras  otros luchan contra un ojal, las manos de las “pandereteiras” tocando la pandereta  mientras  otras   no encuentran  qué hacer con un “pano branco”, mas la música y las canciones han sabido irradiar alegría y regocijo, aunque solo fuera por unos momentos, en semblantes  de miradas perdidas en el tiempo, en caras de mares de arrugas estigmas de batallas perdidas y ganadas a lo largo de la vida. Labios trémulos balbuceando canciones de edades primaverales, manos huesudas, distorsionadas por el dolor, desfiguradas por el trabajo, temblorosas porque el frio se está acercando.

El botón ya estaba en su ojal y el “pano branco” en el bolsillo. La mente dejó libre  el deseo del agradecimiento: Gracias señoritas, hasta mañana. Nos dijo.
Gracias a usted, señora, seguro que no hemos hecho ni una parte  de lo que usted ha vivido.


Hoy, sábado, como muchos sábados en este año, componentes de Queixumes dos Pinos han intentado hacer un poco más felices a nuestros mayores de  residencias y geriátricos. Ojalá hayan disfrutado tanto unos como otros.