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Podía contar un montón de historias
y de anécdotas desde que comenzó mi
relación con el Baile Regional Galego: desde aquel día que mi hija llegó a casa
con el listado de las actividades extraescolares del colegio diciendo “yo
quiero ir a baile”. Cuando los hijos no tienen mucho más allá de cinco o seis
años sus deseos son órdenes y en ningún momento puse en duda su asistencia a la
actividad. Acabaron yendo ella y su hermano.
El monitor era un chaval que no
llegaba a los treinta y que alguna vez dijo que
tenía un grupo de baile, siempre con una cartera de ordenador portátil
colgada del hombro o en bandolera y muchas veces con una sudadera o camiseta
amarilla. Algo tenía o hacía, mis hijos
salían contentos de la actividad de baile.
Con el tiempo pasamos a formar parte
de ese grupo de baile y mi relación con él sufrió un cambio: era el director de
Queixumes dos Pinos. Ya no lo veía como el monitor de la actividad de
baile. Estaba ocupado, siempre ocupado: atendiendo a padres, recibiendo a gente, reuniones en su despacho,
llamadas telefónicas, ensayos, clases….
Era una persona comprometida con lo que hacía y de qué manera.
Sin darme cuenta fui implicándome cada
vez más con Queixumes a la vez que mi relación con el director fue evolucionando, lo que me permitió conocer a la persona. Incansable aunque lleve más tiempo que
nadie sin dormir; luchador, en pocas ocasiones se da por vencido; trabajador, emprendedor,
siempre tiene algún proyecto, alguna una
nueva idea, algo original en la cabeza;
a veces le pierde su ingenuidad y su franqueza.
Enhorabuena, José Antonio. Enhorabuena Amigo.
Por cierto si pierdo mi móvil sabrán que es el mío porque sigo manteniendo en la agenda su teléfono como Profe de baile.
Bravo por la amistad, bravo por el momento compartido con amigos....
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