lunes, 14 de febrero de 2011

TRADICION

            Cuando el amanecer del  recuerdo se entrelaza con la penumbra del escenario. Cuando las primeras notas de una gaita y  el sonido de un  tambor sorprenden  nuestras espaldas. Cuando el  bombo marca el ritmo y las ferreñas esos  toques de rigor. Cuando el sonido  amable del  acordeón  inunda hasta el mas recóndito de los rincones. Hay futuro.

            Si ves que los ojos del danzante  son reflejo de quien entre sus brazos tiene. Si ves las miradas a veces ingenuas y otras inquietantes y la figura errada corregida al instante. Si ves la sonrisa  del semblante limpio de los bailarines en  complicidad con los  músicos que interpretan las notas de su baile. Si ves unos padres de sonrisa ancha  y de emocionados ojos.  Hay esfuerzo.



            Escucha lo que oyes y sentirás un nudo en la garganta.  Escucha  como las  cantareiras a nuestra historia cantan. Escucha los sonidos de nuestra cultura cuando las panderetas hablan. Escucha de donde salen los sonidos de la tierra arada. Hay esperanza.



            Como si de verbena estuviéramos, los músicos nos  acompañan. Como antaño en las fiestas las parejas bailan. Como en sueños los recuerdos se mueven en la memoria y la música los abraza. Como siempre  la música se transforma en  magia de  alegría, de diversión y la noche de largas lunas  presenta  rayos  de color. Hay ilusión.



            Y repiquetean las chancas como piedras de molinos cuando al grano lo convierten en fina harina blanca.  Y la mies llega a la era en gavillas por docenas que se extienden por el suelo para que sea mallada.  Y el sol en lo alto del cielo vigilando al segador  que con la hoz en la mano le regala su sudor. Y las danzas y los cantos desgranándose uno a uno. Hay emoción.

            Porque la pandereta  vibra y el tambor  estremece. Porque la muiñeira alegra  y la jota  encanta. Porque la gaita emocina y el acordeón  envuelve. Porque el bombo un grito lanza: ¡¡Queixumes!!. Hay Queixumes.

            Aplausos, vítores, reverencias, agradecimientos… el escenario se queda vacio, pero lleno de futuro, de esfuerzo, de esperanza, de ilusión, de emoción y de QUEIXUMES DOS PINOS.

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