Voy a contaros una historia que en Queixumes sucede muy a menudo.
La historia comienza con un: “mañana tememos actuación”.
¿Mañana? ¿dónde? ¿cómo? ¿cuándo? ¿Por qué?. Estas preguntas me las hago siempre y por propia experiencia sé que sobran, pero todavía me sigue sorprendiendo esta situación. Digo que sobran porque si algo funciona en este colectivo es el compromiso y la labor de equipo.
Una vez que se sabe de la actuación desde Queixumes se llama a sus componentes para ponerles sobre aviso y esto enciende la mecha de todas las redes sociales de las que los chicos y chicas del grupo forman parte: El tuenti echa chispas y en el facebook ya alguien ha colocado el evento y ha enviado invitaciones. En fin que en un abrir y cerrar de ojos se sabe que en menos de veinticuatro horas hay que dejar alto el pabellón en una actuación.
Podría pensarse que con tan poco tiempo es difícil que acudan los suficientes para montar el espectáculo. Ya he dicho que estas chavalas y estos chavales de Queixumes sorprenden continuamente: si hubiera que pasar lista se acababa antes contando los que no han podido venir.
Esta situación se presentó el viernes pasado. El jueves por la tarde nadie sabía nada, el viernes por la tarde la actuación se llevó a cabo en el Teatro Principal en la gala de entrega de insignias de Limiar.
Os dejo con unas pinceladas de la misma:
Valdoferreiro y su vigorosidad.
La elegancia de Xota das Fontes
y Areal con sus remolinos.